Revista Arqueología Mexicana Núm. 159
Número especial sobre la pluma y sus usos en Mesoamérica
Chimalli. Escudos mexicas emplumados
María Olvido Moreno Guzmán, Renée Riedler, Melanie Ruth Korn, Laura Filloy Nadal
pp. 54-58
Este artículo da cuenta de los cuatro chimallis emplumados de origen mesoamericano que se conservan en México, Austria y Alemania. Su biografía cultural se conoce de manera parcial, sin embargo la caracterización de sus materiales constitutivos presenta avances significativos. Estos escudos se confeccionaron con millares de plumas, láminas de oro, pieles de ocelote y venado, pelaje de conejo, grana cochinilla, varas de otate, adhesivos, y fibras de agave, yuca y algodón. En recientes investigaciones también se han descifrado sus complejas técnicas de manufactura a partir de las cuales es posible hacer estudios de tecnología comparada.
El cuexyo chimalli del castillo de ChapultepecLaura Filloy Nadal, María Olvido Moreno Guzmán
pp. 59-62
De los cuatro chimallis emplumados que se enviaron a Europa en el siglo XVI, el cuexyo chimalli es el único que cruzó dos veces el Atlántico. Su segundo viaje lo trajo a su lugar de origen en 1866, gracias a las gestiones de Maximiliano de Habsburgo. Actualmente forma parte de las colecciones del Museo Nacional de Historia y la investigación nos llevó a conocer sus materiales constitutivos y técnicas de manufactura. Es posible que sea una de las rodelas que se describen en la “Primera Carta de Relación”. La piel de ocelote y cuatro motivos en forma de luna de lámina de oro lo hacen único en su género, por lo que es posible que perteneciera a un gobernante o a un guerrero de alto rango.
El Penacho de MoctezumaMaría Olvido Moreno Guzmán, Melanie Ruth Korn
pp. 63-66
El suntuoso tocado, que en náhuatl recibe el nombre de quetzalapanecáyotl, encierra siglos de una tradición artesanal de excelencia. Los dibujos y tabla que acompañan este artículo, revelan temas poco conocidos sobre su manufactura e iconografía, entre éstos destacan: las especies de aves donantes; los tipos de plumas y sistemas de anudado; un par de hipótesis sobre la ubicación de un pico de oro –que le fue desprendido hacia principios del siglo XVIII; la cara posterior cubierta con plumas de quetzal y que incluye un gorro emplumado; y la cuantificación de las más de doce mil plumas que se requirieron en su confección. Si bien no es posible afirmar rotundamente que perteneció a Moctezuma II, sus cualidades técnicas, materiales y formales lo acercan, de manera incuestionable, a la figura de un dios-gobernante.